Fundamentos dogmáticos, éticos y jurídicos
La práctica económica islámica puede ser asimilada a un abandono irregular pero progresivo de los principios enunciados en el Corán y la Sunna. La ciencia económica, en tanto que tal no existía en la época del Profeta Mohammad, ni en la de los califas de la edad de oro. La economía política del islam tiene sus orígenes en los mandamientos normativos del Corán o bien se deduce de la práctica del Profeta. Por ejemplo se cuenta que al Santo Profeta, el mismo, no le gustaba ninguna forma de control de los precios. Su intervención en el mercado se limitaba a denunciar las prácticas prohibidas, tales como el fraude. Omar y los califas que le sucedieron tuvieron una tendencia más reglamentaria, pero sus objetivos eran los mismos. Con la proliferación de las escuelas jurídicas (madhahab) consecuencia de la aparición de diversas corrientes de pensamiento que divergen las unas de las otras, la perspectiva económica durante este período refleja la tensión entre los sabios prudentes que tratan de justificar la práctica de los Estados musulmanes y los que tratan de conducirlos a los principios de la Sharía. Pero, desde el punto de vista económico, el Corán pone un acento particular sobre la moderación, (Ver 7, 31-32_ 18, 46 y 29, 17).
El Corán estipula que la consumición está autorizada, “comed los alimentos lícitos y buenos que hay en la tierra…” (2, 1-68), mientras que condena la mezquindad; el despilfarro (6.1 41); la extravagancia (27, 17). El deseo de ganar su vida (4, 5), de vivir confortablemente (42, 36), incluso el deseo de adornos o de recompensas (18, 46) o de protegerse contra un futuro incierto (4, 9) nunca ha sido considerado como un mal.
El Corán estipula que la consumición está autorizada, “comed los alimentos lícitos y buenos que hay en la tierra…” (2, 1-68), mientras que condena la mezquindad; el despilfarro (6.1 41); la extravagancia (27, 17). El deseo de ganar su vida (4, 5), de vivir confortablemente (42, 36), incluso el deseo de adornos o de recompensas (18, 46) o de protegerse contra un futuro incierto (4, 9) nunca ha sido considerado como un mal.