Principios
Hay tres principales prohibiciones que el Islam impone en las finanzas islámicas:
Estas prohibiciones explican que las finanzas islámicas hayan desarrollado instrumentos diferentes a los tradicionales. Por ejemplo, en vez de cobrar intereses a tasas predeterminadas, los contratos financieros islámicos se basan en acuerdos para repartir pérdidas y ganancias. También, toda operación financiera debe estar respaldada por un activo real. Además, esta prohibido comerciar productos relacionados con cerdo, pornografía o bebidas alcohólicas (haram). Esto ultimo ha llevado a que, por ejemplo, Dow Jones, Financial Times y Standard & Poors hayan creado índices bursátiles especiales para las finanzas islámicas, de los que excluyen a aquellas empresas cuyas actividades contravienen los principios del Islam.
El hecho de que la ley islámica prohíba pagar y recibir interés no implica que repruebe ganar dinero o promueva el retorno a una economía basada solo en efectivo o trueque.
El sistema estimula a todas las partes de una operación financiera a compartir riesgos, ganancias y pérdidas. Los depositantes en la banca islámica se asemejan a los inversores o accionistas, que ganan dividendos cuando el banco obtiene ganancias y pierden parte de sus ahorros si registra pérdidas. La lógica es vincular el rendimiento a la productividad y la calidad del proyecto, asegurando una distribución más equitativa de la riqueza.
Los instrumentos financieros islámicos toman la forma de contratos entre proveedores y usuarios de fondos para gestionar el riesgo. En la columna de activos, los bancos islámicos invierten y operan según los diversos contratos disponibles. En el pasivo, los fondos se movilizan principalmente en función de un contrato de Mudaraba o un préstamo sin intereses (Qard Al Hasan). En general, los bancos islámicos ofrecen a sus depositantes cuatro tipos de cuentas: corriente, de ahorro, de inversión y de inversión con fines específicos.
- El cobro de interés.
- El embarcarse en riesgos excesivos (gharar)
- Las apuestas.
Estas prohibiciones explican que las finanzas islámicas hayan desarrollado instrumentos diferentes a los tradicionales. Por ejemplo, en vez de cobrar intereses a tasas predeterminadas, los contratos financieros islámicos se basan en acuerdos para repartir pérdidas y ganancias. También, toda operación financiera debe estar respaldada por un activo real. Además, esta prohibido comerciar productos relacionados con cerdo, pornografía o bebidas alcohólicas (haram). Esto ultimo ha llevado a que, por ejemplo, Dow Jones, Financial Times y Standard & Poors hayan creado índices bursátiles especiales para las finanzas islámicas, de los que excluyen a aquellas empresas cuyas actividades contravienen los principios del Islam.
El hecho de que la ley islámica prohíba pagar y recibir interés no implica que repruebe ganar dinero o promueva el retorno a una economía basada solo en efectivo o trueque.
El sistema estimula a todas las partes de una operación financiera a compartir riesgos, ganancias y pérdidas. Los depositantes en la banca islámica se asemejan a los inversores o accionistas, que ganan dividendos cuando el banco obtiene ganancias y pierden parte de sus ahorros si registra pérdidas. La lógica es vincular el rendimiento a la productividad y la calidad del proyecto, asegurando una distribución más equitativa de la riqueza.
Los instrumentos financieros islámicos toman la forma de contratos entre proveedores y usuarios de fondos para gestionar el riesgo. En la columna de activos, los bancos islámicos invierten y operan según los diversos contratos disponibles. En el pasivo, los fondos se movilizan principalmente en función de un contrato de Mudaraba o un préstamo sin intereses (Qard Al Hasan). En general, los bancos islámicos ofrecen a sus depositantes cuatro tipos de cuentas: corriente, de ahorro, de inversión y de inversión con fines específicos.