Regulación y supervisión de las finanzas islámicas
Sin duda, uno de los mayores desafíos es el desarrollo de un marco de gestión, supervisión y regulación de la banca islámica. En primer lugar, no existe un enfoque común entre los países con banca islámica. Una de las dos principales posturas, la de los reguladores de Malasia y Yemen, sostiene que los bancos islámicos deberían guiarse por un régimen de supervisión y regulación totalmente distinto al de los bancos convencionales. La segunda postura reconoce la peculiaridad de las actividades de los bancos islámicos, pero favorece su inclusión bajo el mismo régimen aplicable a los convencionales, con leves modificaciones y pautas específicas establecidas en circulares ocasionales del banco central. Bahrein y Qatar son ejemplos de esta última forma de supervisión y regulación.
Pero desde fines de los años noventa, los bancos islámicos han intensificado los esfuerzos por estandarizar la regulación y supervisión. El Islamic Development Bank está desempeñando un papel clave en desarrollar normas y procedimientos aceptables internacionalmente y en fortalecer la estructura del sector en diferentes países. Otras instituciones internacionales, como la Organización de contabilidad y auditoría de las instituciones financieras islámicas (AAOIFI), la Junta de servicios financieros islámicos (IFSB), el Mercado financiero islámico internacional, el Centro para la gestión de liquidez, y el Organismo islámico de calificación internacional, están procurando establecer normas que obedezcan la Sharia y armonizarlas en todos los países.
Varios países e instituciones han adoptado las normas de contabilidad de la AAOIFI, que complementan las normas internacionales de información financiera. La IFSB promueve el desarrollo de un sector de servicios financieros islámicos prudente y transparente y brinda asesoramiento sobre la supervisión y regulación eficaz de instituciones que ofrecen productos financieros islámicos. La IFSB elaboró recientemente normas
sobre niveles de capital mínimo y gestión de riesgo, y avanza en la formulación de normas de gestión empresarial. Una vez elaboradas y aceptadas, estas normas internacionales ayudarán a los supervisores a lograr la solvencia, estabilidad e integridad del sistema financiero islámico.
El hecho de que los bancos islámicos no separen la gestión de fondos e inversiones de la banca comercial sigue siendo objeto de debate. Desde la perspectiva de la supervisión, los bancos islámicos se comparan a menudo con la banca universal y con los fondos de inversión, lo que puede causar dificultades técnicas a los reguladores y supervisores. Por ejemplo, un banco islámico que actúe de Mudarib —un agente de Mudaraba, un tipo de instrumento de participación en ganancias y pérdidas (PGP) - puede considerarse más un gestor de fondos que un banco. Por eso, en estos casos, algunos supervisores son partidarios de los sistemas de supervisión que se aplican a los gestores de fondos convencionales. Hay casos en que diversos riesgos se agregan en un único instrumento islámico ofrecido por una sola institución (como el Salam) y en los que se aplica el principio de ahorro mancomunado y riesgo compartido en los resultados. Sin embargo, para efectuar una supervisión eficaz es necesario un examen más minucioso de la operación subyacente.
Dados los riesgos asociados a las actividades de estas instituciones y los contratos que rigen sus movilizaciones de fondos, algunos argumentan que su supervisión y regulación requieren una cobertura mucho mayor, más allá del sector bancario.
Además, la participación en el riesgo característica de los contratos de deuda ha puesto en cuestión la definición de capital y los coeficientes de capital mínimo. Algunos analistas también sostienen que un marco normativo adecuado para la banca islámica debe hacer más hincapié en la gestión del riesgo operativo y la divulgación de información que la banca convencional. Este argumento se basa en la naturaleza específica del perfil de riesgo de la intermediación financiera islámica, vinculada a las formas de financiación con y sin PGP. El riesgo de inversión se considera el más crítico de los riesgos operativos que afectan a las actividades de PGP de la banca islámica. Aunque ciertas formas de PGP pueden desviar el riesgo directo hacia los depositantes en inversiones, también pueden exponer a los bancos islámicos a riesgos que en general asumen, más que los tenedores de deuda, quienes invierten en acciones. Las modalidades de PGP involucran a los bancos en actividades que van más allá de lo convencional, como la determinación de porcentajes de participación en ganancias y pérdidas en proyectos de inversión. Además, el riesgo de los bancos se intensifica por la ausencia reconocible de incumplimiento del agente-empresario en los contratos PGP, salvo en casos de negligencia o mala gestión. Por ejemplo, si un proyecto registra una pérdida en el marco de un contrato Mudaraba, el banco no recuperaría su préstamo, ya que acarrearía todas las pérdidas financieras. Esto no constituiría incumplimiento del empresario, cuya responsabilidad se limita a su tiempo y esfuerzo. Además, no hay medios jurídicos que permitan a los bancos controlar al agente-empresario que gestiona la empresa financiada a través de contratos Mudaraba y los bancos no pueden reducir el riesgo exigiendo garantías en las modalidades de financiamiento con PGP.
Pero desde fines de los años noventa, los bancos islámicos han intensificado los esfuerzos por estandarizar la regulación y supervisión. El Islamic Development Bank está desempeñando un papel clave en desarrollar normas y procedimientos aceptables internacionalmente y en fortalecer la estructura del sector en diferentes países. Otras instituciones internacionales, como la Organización de contabilidad y auditoría de las instituciones financieras islámicas (AAOIFI), la Junta de servicios financieros islámicos (IFSB), el Mercado financiero islámico internacional, el Centro para la gestión de liquidez, y el Organismo islámico de calificación internacional, están procurando establecer normas que obedezcan la Sharia y armonizarlas en todos los países.
Varios países e instituciones han adoptado las normas de contabilidad de la AAOIFI, que complementan las normas internacionales de información financiera. La IFSB promueve el desarrollo de un sector de servicios financieros islámicos prudente y transparente y brinda asesoramiento sobre la supervisión y regulación eficaz de instituciones que ofrecen productos financieros islámicos. La IFSB elaboró recientemente normas
sobre niveles de capital mínimo y gestión de riesgo, y avanza en la formulación de normas de gestión empresarial. Una vez elaboradas y aceptadas, estas normas internacionales ayudarán a los supervisores a lograr la solvencia, estabilidad e integridad del sistema financiero islámico.
El hecho de que los bancos islámicos no separen la gestión de fondos e inversiones de la banca comercial sigue siendo objeto de debate. Desde la perspectiva de la supervisión, los bancos islámicos se comparan a menudo con la banca universal y con los fondos de inversión, lo que puede causar dificultades técnicas a los reguladores y supervisores. Por ejemplo, un banco islámico que actúe de Mudarib —un agente de Mudaraba, un tipo de instrumento de participación en ganancias y pérdidas (PGP) - puede considerarse más un gestor de fondos que un banco. Por eso, en estos casos, algunos supervisores son partidarios de los sistemas de supervisión que se aplican a los gestores de fondos convencionales. Hay casos en que diversos riesgos se agregan en un único instrumento islámico ofrecido por una sola institución (como el Salam) y en los que se aplica el principio de ahorro mancomunado y riesgo compartido en los resultados. Sin embargo, para efectuar una supervisión eficaz es necesario un examen más minucioso de la operación subyacente.
Dados los riesgos asociados a las actividades de estas instituciones y los contratos que rigen sus movilizaciones de fondos, algunos argumentan que su supervisión y regulación requieren una cobertura mucho mayor, más allá del sector bancario.
Además, la participación en el riesgo característica de los contratos de deuda ha puesto en cuestión la definición de capital y los coeficientes de capital mínimo. Algunos analistas también sostienen que un marco normativo adecuado para la banca islámica debe hacer más hincapié en la gestión del riesgo operativo y la divulgación de información que la banca convencional. Este argumento se basa en la naturaleza específica del perfil de riesgo de la intermediación financiera islámica, vinculada a las formas de financiación con y sin PGP. El riesgo de inversión se considera el más crítico de los riesgos operativos que afectan a las actividades de PGP de la banca islámica. Aunque ciertas formas de PGP pueden desviar el riesgo directo hacia los depositantes en inversiones, también pueden exponer a los bancos islámicos a riesgos que en general asumen, más que los tenedores de deuda, quienes invierten en acciones. Las modalidades de PGP involucran a los bancos en actividades que van más allá de lo convencional, como la determinación de porcentajes de participación en ganancias y pérdidas en proyectos de inversión. Además, el riesgo de los bancos se intensifica por la ausencia reconocible de incumplimiento del agente-empresario en los contratos PGP, salvo en casos de negligencia o mala gestión. Por ejemplo, si un proyecto registra una pérdida en el marco de un contrato Mudaraba, el banco no recuperaría su préstamo, ya que acarrearía todas las pérdidas financieras. Esto no constituiría incumplimiento del empresario, cuya responsabilidad se limita a su tiempo y esfuerzo. Además, no hay medios jurídicos que permitan a los bancos controlar al agente-empresario que gestiona la empresa financiada a través de contratos Mudaraba y los bancos no pueden reducir el riesgo exigiendo garantías en las modalidades de financiamiento con PGP.