La Charia
El Sagrado Corán prohibe fijar intereses o riba sobre el préstamo de dinero. Es importante entender ciertos principios del Islam en los que se basan las finanzas islámicas. La Sharí'ah consta de los mandamientos coránicos como se han establecido en el Sagrado Corán y en las palabras y obras del Profeta Muhámmad (saws). La Sharí'ah proscribe la riba y existe un consenso generalizado entre los economistas musulmanes acerca de que la riba no se limita a la usura sino que comprende también los intereses. El Sagrado Corán es claro acerca de la prohibición de la riba, la cual es definida a veces como interés excesivo: "Creyentes: temed a Dios y renunciad a las ganancias pendientes de la usura, si es que sois creyentes" (Sagrado Corán, 2:278).
Los sabios musulmanes han aceptado que la palabra riba significa todo pago de interés fijo o garantizado sobre adelantos de efectivo o sobre depósitos. Algunos pasajes coránicos expresamente amonestan al creyente para que evite el interés.
Las reglas acerca de las finanzas islámicas son bastante simples y pueden ser resumidas de la siguiente manera:
a) Todo pago predeterminado por encima del monto real del principal está prohibido.
El Islam permite sólo una clase de préstamo, y este es qard-al-hásan (literalmente, buen préstamo) por medio del cual el prestador no carga ningún interés o monto adicional sobre el dinero prestado. Los jurisconsultos musulmanes tradicionales han construido este principio tan estrictamente que los beneficios indirectos o vinculados también están prohibidos.
b) El prestador debe participar en las ganancias o pérdidas originadas en el emprendimiento para el cual el dinero ha sido prestado.
El Islam alienta a los musulmanes a invertir su dinero y asociarse con el fin de compartir beneficios y riesgos en los negocios, en lugar de convertirse en acreedores. Como está definido en la Sharí'ah, o ley islámica, las finanzas islámicas se basan en la creencia de que el proveedor de capital y el usuario de capital deben participar igualitariamente en los riesgos de los emprendimientos, se trate ya de industrias, granjas, compañías de servicios y simples acuerdos comerciales.
Traducido en términos bancarios, el depositante, el banco y el solicitante del préstamo deben compartir los riesgos y recompensas de la financiación de emprendimientos. Esto es diferente del sistema bancario comercial basado en interés, en el cual toda la presión está sobre el solicitante del préstamo: debe devolver el crédito con más el interés acordado, sin importar el éxito o fracaso de su emprendimiento.
c) Hacer dinero a partir del dinero no es islámicamente aceptable.
El dinero no es más que un medio de intercambio, una forma de definir el valor de una cosa; no tiene valor en sí mismo, y por consiguiente no debería permitirse que diera origen a más dinero, a través del pago de intereses, por el sólo hecho de ser colocado en un banco o prestado a otro. El esfuerzo humano, la iniciativa y el riesgo involucrados en un emprendimiento productivo son más importantes que el dinero usado para financiarlo. Los jurisconsultos musulmanes consideran al dinero como capital potencial más que como capital, significando que el dinero sólo se convierte en capital cuando es invertido en un negocio. En consecuencia, el dinero adelantado para un negocio como préstamo es considerado una deuda del negocio y no capital y, como tal, no está legitimado para ningún reintegro (es decir, interés). Los musulmanes son alentados a adquirir y desalentados para mantener el dinero ocioso de modo que, por ejemplo, acumular dinero es considerado inaceptable. En el Islam, el dinero representa poder adquisitivo.
d) El Gharar (incertidumbre, ambigüedad o especulación) también está prohibido.
Bajo esta prohibición, toda transacción realizada debe estar libre de incertidumbre, ambigüedad o especulación. Las partes contratantes deben tener perfecto conocimiento de las contraprestaciones a ser intercambiadas como resultado de la transacción. Además, las partes no deben predeterminar una ganancia garantizada.
Esto está basado en el principio de "ganancia incierta" el cual, estrictamente interpretado, no permite siquiera un compromiso por parte del cliente para devolver el principal prestado con más un monto a cuenta de inflación. El fundamento de esta prohibición es el deseo de proteger a los débiles de la explotación. Por lo tanto, los futuros y opciones son considerados antiislámicos, así como las operaciones de cambio de moneda, puesto que los precios están determinados por diferenciales de interés.
e) Las inversiones deben apoyar solamente prácticas o productos que no estén prohibidos, o incluso desaconsejados, por el Islam.
La Charia prohíbe invertir en negocios que son considerados haram (no religiosamente permitidos, en contraste con el halal que significa religiosamente permitido), tales como negocios que venden alcohol o carne de cerdo, o negocios que están comprometidos en el juego o producen medios de comunicación no-islámicos.
Los sabios musulmanes han aceptado que la palabra riba significa todo pago de interés fijo o garantizado sobre adelantos de efectivo o sobre depósitos. Algunos pasajes coránicos expresamente amonestan al creyente para que evite el interés.
Las reglas acerca de las finanzas islámicas son bastante simples y pueden ser resumidas de la siguiente manera:
a) Todo pago predeterminado por encima del monto real del principal está prohibido.
El Islam permite sólo una clase de préstamo, y este es qard-al-hásan (literalmente, buen préstamo) por medio del cual el prestador no carga ningún interés o monto adicional sobre el dinero prestado. Los jurisconsultos musulmanes tradicionales han construido este principio tan estrictamente que los beneficios indirectos o vinculados también están prohibidos.
b) El prestador debe participar en las ganancias o pérdidas originadas en el emprendimiento para el cual el dinero ha sido prestado.
El Islam alienta a los musulmanes a invertir su dinero y asociarse con el fin de compartir beneficios y riesgos en los negocios, en lugar de convertirse en acreedores. Como está definido en la Sharí'ah, o ley islámica, las finanzas islámicas se basan en la creencia de que el proveedor de capital y el usuario de capital deben participar igualitariamente en los riesgos de los emprendimientos, se trate ya de industrias, granjas, compañías de servicios y simples acuerdos comerciales.
Traducido en términos bancarios, el depositante, el banco y el solicitante del préstamo deben compartir los riesgos y recompensas de la financiación de emprendimientos. Esto es diferente del sistema bancario comercial basado en interés, en el cual toda la presión está sobre el solicitante del préstamo: debe devolver el crédito con más el interés acordado, sin importar el éxito o fracaso de su emprendimiento.
c) Hacer dinero a partir del dinero no es islámicamente aceptable.
El dinero no es más que un medio de intercambio, una forma de definir el valor de una cosa; no tiene valor en sí mismo, y por consiguiente no debería permitirse que diera origen a más dinero, a través del pago de intereses, por el sólo hecho de ser colocado en un banco o prestado a otro. El esfuerzo humano, la iniciativa y el riesgo involucrados en un emprendimiento productivo son más importantes que el dinero usado para financiarlo. Los jurisconsultos musulmanes consideran al dinero como capital potencial más que como capital, significando que el dinero sólo se convierte en capital cuando es invertido en un negocio. En consecuencia, el dinero adelantado para un negocio como préstamo es considerado una deuda del negocio y no capital y, como tal, no está legitimado para ningún reintegro (es decir, interés). Los musulmanes son alentados a adquirir y desalentados para mantener el dinero ocioso de modo que, por ejemplo, acumular dinero es considerado inaceptable. En el Islam, el dinero representa poder adquisitivo.
d) El Gharar (incertidumbre, ambigüedad o especulación) también está prohibido.
Bajo esta prohibición, toda transacción realizada debe estar libre de incertidumbre, ambigüedad o especulación. Las partes contratantes deben tener perfecto conocimiento de las contraprestaciones a ser intercambiadas como resultado de la transacción. Además, las partes no deben predeterminar una ganancia garantizada.
Esto está basado en el principio de "ganancia incierta" el cual, estrictamente interpretado, no permite siquiera un compromiso por parte del cliente para devolver el principal prestado con más un monto a cuenta de inflación. El fundamento de esta prohibición es el deseo de proteger a los débiles de la explotación. Por lo tanto, los futuros y opciones son considerados antiislámicos, así como las operaciones de cambio de moneda, puesto que los precios están determinados por diferenciales de interés.
e) Las inversiones deben apoyar solamente prácticas o productos que no estén prohibidos, o incluso desaconsejados, por el Islam.
La Charia prohíbe invertir en negocios que son considerados haram (no religiosamente permitidos, en contraste con el halal que significa religiosamente permitido), tales como negocios que venden alcohol o carne de cerdo, o negocios que están comprometidos en el juego o producen medios de comunicación no-islámicos.